El secreto de su éxito: su aplicación como herramienta educativa en escuelas públicas y privadas y el renacimiento de las iniciativas barriales.
En los últimos años, el ajedrez viene protagonizando en la Argentina un éxito del que los medios en general no dan cuenta. Al menos es lo que sostienen los mejores ajedrecistas del país. Ese éxito se debe a tres causas: a la aplicación que se hace de él como herramienta educativa en escuelas públicas y privadas, al renacimiento de las iniciativas barriales –en que los clubes, no sólo de ajedrez, vuelven a tener un peso del que carecieron durante la globalizada década de 1990–, y a la excelencia de ajedrecistas argentinos de ambos sexos, pero sobre todo el femenino, que son ejemplos en el mundo.
Para el ajedrecista argentino Alfredo Sánchez, cuya buena parte de su carrera la realizó en el sur del Brasil, "existe un fervor que está ligado a la enseñanza escolar. Y eso está muy bien, porque el ajedrez es la guerra más inteligente: porque la única cicatriz que deja es el razonamiento. Por consiguiente, se debe dar en todas las escuela: es una gran forma de enseñar a pensar y a tomar decisiones".
Según la Federación Argentina de Ajedrez, existen en el país unos 6500 jugadores federados, es decir los que juegan o jugaron en los últimos años algún campeonato organizado por la Federación Internacional de Ajedrez. "Pero que estén jugando en la actualidad son menos", sostiene la joven Carolina Luján, presidenta de la Federación de Profesionales de Ajedrez de la Argentina y última campeona nacional. "No hay sin embargo datos concretos de cuánta gente juega, como tampoco cuánta gente enseña en los colegios, porque tampoco existe un titulo unificado de instructor."
El Ministerio de Educación de la Nación viene impulsando desde 2009 un programa a nivel nacional –Ajedrez Educativo– a cargo de Jorge Berguier que tiene como finalidad que las escuelas de todos los niveles y modalidades incorporen el ajedrez dentro de su Proyecto Educativo Institucional, porque el ajedrez "contribuye a mejorar los procesos de abstracción, concentración y planificación". Así, el ministerio incentiva a las jurisdicciones a llevar adelante su propio programa provincial de ajedrez educativo organizando torneos, encuentros y olimpíadas intercolegiales provinciales, nacionales e internacionales.
Pero además, desde 2009 existe otro programa del Estado que consiste en llevar el ajedrez a los centros de jubilados que dependen de PAMI. Se denomina Ágil-Mente, y "colabora en la lucha contra la disminución de las funciones cognoscitivas inherentes al transcurso de la tercera edad y que el juego del ajedrez mejora la calidad de vida de la gente", según Berguier.
Diego Flores, campeón argentino de ajedrez 2013, y gran maestro internacional, de apenas 31 años y nacido en Junín, asegura a Tiempo que "se juega más; de hecho, en los colegios hay más profesores de ajedrez, me pasa con mi hijo, que recibe clases en la escuela. Pero sé que en muchos de los colegios de la Ciudad de Buenos Aires hay clases de ajedrez. Y desde luego me parece una gran noticia, porque esto es algo muy sano, enseña a razonar, a idear estrategias racionales, y además sirve mucho como herramienta educativa para aprender otras cosas".
La experiencia del periodista y ajedrecista Reynado Acebedo, presidente del Círculo de Ajedrez de Parque Patricios, tiene que ver más con lo que sucede con el ajedrez en los barrios: "Se juega mucho en las plazas, en los clubes, en las sociedades de fomento. Nosotros nos reuníamos en bares de Parque Patricio para jugar ajedrez: pero hace cuatro años pedimos prestado un salón al Foro de la Memoria de Parque Patricio. Allí comenzamos a juntarnos los días domingos, y comenzaron a venir mucho vecinos. Por eso decidimos fundar un club, y hoy es muy concurrido."
En los últimos años, acaso alentadas por la campeona Carolina Luján, se incrementó la cantidad de mujeres que se subieron a la ola del ajedrez, que no sabe de edades ni géneros.
Fuente: infonews