Concebido como una batalla, el ajedrez no tuvo en cuenta a la mujer. Hoy ellas cobran su revancha, aunque segĂșn el Ășltimo escalafĂłn de la FIDE, solo representan el 2% de los cien mejores del mundo.
NaciĂł con el propĂłsito de entretener a un rey indio que se encontraba en estado terminal y se convirtiĂł en el Ășnico deporte que tambiĂ©n es considerado una ciencia. Al principio se llamĂł chaturanga, que significa ‘entre cuadros’, y sus fichas representaban las cuatro armas del ejĂ©rcito indio: carros, caballos, elefantes e infanterĂa, pero cuando pasĂł a Occidente, estas fueron reemplazadas por torres, caballos, alfiles u obispos y peones. Sin embargo, por ser la representaciĂłn de una guerra entre dos bandos, el juego original no incluĂa la figura de la dama y, de hecho, no era en absoluto una actividad que realizaran las mujeres, ancladas por siglos a la Ăłrbita domĂ©stica.
La evoluciĂłn del ajedrez no solo ha incluido aspectos tecnolĂłgicos como el Reloj Fischer, diseñado y patentado en 1988 por el heroico ‘Bobby’ para compensar los tiempos de las jugadas, o la modalidad Blitz, o ajedrez relĂĄmpago, que les otorga dinamismo a las partidas al disminuir su duraciĂłn a menos de cinco minutos. Al ser un juego que representa modelos sociales y de pensamiento, la apariciĂłn y protagonismo de las mujeres tanto en el tablero como en el cerebro que les da vida a las fichas le ha otorgado al ajedrez una nueva dimensiĂłn a la revoluciĂłn feminista. Por eso, en el VIII Festival Internacional de Ajedrez, que tendrĂĄ lugar del 9 al 13 de octubre en la Universidad Central, la participaciĂłn de los equipos femeninos olĂmpicos de Cuba y Colombia no es un azar.
Los organizadores de los tres torneos que componen el festival quieren destacar la trascendencia que estĂĄ tomando el ajedrez femenino en el paĂs y en el mundo, una rama que pasĂł de tener audiencias mĂnimas en los años noventa a contar hoy con figuras imbatibles en la escena internacional, como Judit Polgar y Yifan Hou, Ășnicas mujeres que estĂĄn entre los mejores cien del escalafĂłn absoluto. A nivel nacional, las chicas estĂĄn avanzando a buen ritmo. Como hecho histĂłrico, entre las cien mejores ajedrecistas femeninas que aparecen en la clasificaciĂłn de la FIDE del 1° de octubre estĂĄn los nombres de tres colombianas: Paula Andrea RodrĂguez, en el puesto 15; Melissa CastrillĂłn GĂłmez, en el 63, y Aura Cristina Salazar, en el 79. AdemĂĄs, nuestro paĂs cuenta con dos grandes maestras: Beatriz Franco y Nadia Ortiz.
Por fortuna, las ajedrecistas de hoy no tienen que lidiar con la discriminaciĂłn y el cuestionamiento con que lidiaron las jugadoras de antes, pero aĂșn asĂ el ajedrez femenino enfrenta un match que serĂĄ difĂcil de vencer y es el escaso nĂșmero de niñas que se dedican a este deporte, justificado en la pobre apariciĂłn de mujeres en el escalafĂłn absoluto, que combina jugadores de ambos gĂ©neros. En el II Congreso de Ajedrez Femenino, que se llevĂł a cabo en Kassel, Alemania, se planteĂł por quĂ© el ajedrez es un deporte apropiado para las niñas. La respuesta generalizada fue: “¡las niñas queremos pensar!”. La pregunta que sigue serĂa: ¿cĂłmo lograrlo? Tal vez la historia del ajedrez ofrezca algunas pautas.
La historia del ajedrez es como un match de ajedrez. Cuando el indio Susa Ben Dahir inventĂł el ajedrez en el siglo VI despuĂ©s de Cristo, no incluyĂł la figura de la dama. SegĂșn el historiador español JosĂ© Antonio GarzĂłn, cuando el juego fue introducido en Europa, al lado del rey habĂa una figura muy dĂ©bil y masculina llamada alferza, un pesado guerrero medieval que apenas se movĂa un paso en diagonal.
La llegada de la dama al tablero blanquinegro ha suscitado varias teorĂas. El ajedrecista e investigador holandĂ©s Govert Westerveld asegurĂł que esta ficha estuvo inspirada en Isabel la CatĂłlica. Gracias a que esta monarca española se movĂa a sus anchas en el poder —como lo hace la reina en el ajedrez moderno—, logrĂł cambiar el mundo y su paĂs. Dos acciones ambiciosas le otorgaron ese mĂ©rito: su apoyo a las expediciones que CristĂłbal ColĂłn hizo a AmĂ©rica y la expulsiĂłn de los moros y judĂos de España. La revoluciĂłn ajedrecĂstica del siglo XV en ese paĂs coincide con la monarquĂa de los reyes catĂłlicos, por lo que varios historiadores consideran que Isabel tambiĂ©n cambiĂł para siempre la dinĂĄmica del juego. Durante los siglos XVI y XVII el ajedrez experimentĂł un importante cambio y la reina se convirtiĂł en la pieza mĂĄs poderosa del tablero. Representaba ‘el poder detrĂĄs del trono’.
Algo similar ocurriĂł con la apariciĂłn de las primeras ajedrecistas. La rusa Vera Menchik es la pionera indiscutible. A principios del siglo XX se atreviĂł a desafiar las reglas del juego por fuera del juego y comenzĂł a participar en los torneos de ajedrez que estaban reservados exclusivamente para los hombres, negĂĄndose a participar en los torneos femeninos.
A pesar de las crĂticas, esta guerrera puso una piedra en el difĂcil camino de la equidad de gĂ©nero. Con una gran capacidad para identificar las debilidades de sus oponentes, esta ajedrecista venciĂł a tantos de ellos que existiĂł un grupo llamado “El club masculino de Vera Menchik”, conformado por aquellos que fueron derrotados por la rusa. El club, al que pertenecen figuras destacadas como Reshevsky, Yates, Colle, Becker y Drezga, fue inaugurado por el mismo que lo creĂł: Albert Berger, uno de los muchos ajedrecistas que despreciaban la participaciĂłn de las mujeres en ese deporte.
Algunos de los que perdieron contra Menchik experimentaron una humillaciĂłn tan grande que nunca mĂĄs volvieron a jugar, como fue el caso del indio Mir Sultan Kahn. Lo curioso de este fenĂłmeno es que muchos años y territorios despuĂ©s continĂșa presentĂĄndose. La ajedrecista colombiana Linda Daniela OrtegĂłn, quien ha cosechado numerosos triunfos en torneos femeninos nacionales e internacionales, asegura que algunos jugadores masculinos se retiraron despuĂ©s de haber sido derrotados por ella.
Pero a pesar de los esfuerzos de Vera Menchik en los años cuarenta, solo en 1977 una mujer se coronĂł campeona en un torneo internacional; la georgiana Nona Gaprindashvili, quien ademĂĄs fue la primera mujer coronada como gran maestra absoluta. Junto a ella aparecen los nombres de otras grandes ajedrecistas que contribuyeron a que el ajedrez femenino penetrara en ese estĂĄtico universo masculino. Educadas de manera inverosĂmil por sus padres, las hermanas Polgar hicieron una nueva revoluciĂłn. Judit Polgar, particularmente, es la culpable de que hoy solo existan dos escalafones en la FIDE: el absoluto, conformado por hombres y mujeres, y el femenino, que solo destaca a las mejores jugadoras. Aunque en la clasificaciĂłn absoluta solo el 2% es conformado por chicas, la clasificaciĂłn femenina deja entrever que las mujeres han ido ganando poderĂo en este territorio.
Fuente: El Espectador