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ARGENTINA.- Leandro Plotinsky flor de oficio: árbitro de ajedrez

Plotinsky-Pasion-Ajedrez

Ya se sabe, cada uno es maestro en su oficio; hace más de 20 siglos que la anécdota le dio paso a la leyenda por aquello de: “zapatero, a tus zapatos”.

El mundo del ajedrez, un ámbito con variado tipo de personajes y especialistas: jugadores, entrenadores, analistas, organizadores, dirigentes e incluso periodistas, también guarda lo suyo. Es que entre los diferentes oficios existe uno que enciende la curiosidad de inexperto. ¿De qué trabajas?, ¿de árbitro de ajedrez?, ¿y cómo es eso?.

Leandro Plotinsky tiene jóvenes 36 años y 23 de ellos los dedicó al aprendizaje y más tarde a la enseñanza del arbitraje de una partida. A los 19 años se recibió de árbitro internacional y tuvo bajo su control a figuras como Carlsen o Kasparov. Todo un recuerdo.

Cada trabajo tiene su maña; el del arbitraje en el ajedrez, también. Son conocidas y legendarias las historias y sainetes desatados en ese ámbito ajedrezado. Entre los años ´60 y ´70 arbitrar a tal Robert James Fischer no era cosa fácil. Qué la luz era débil, que la silla crujía, que los escaques eran más chicos, que la cámara de TV distraía, que el público era bullicioso, que los niños provocaban extraños sonidos cuando desenvolvían un caramelo, etc., etc., etc.. En 1981, en el Mundial en Merano, Korchnoi fue sancionado con casi 1500 francos suizos porque insultó a su rival (Karpov) e intentó patear por debajo de la mesa; la organización tuvo que colocar un tabique para separar las piernas de ambos maestros para el resto de las partidas, etc., etc., etc.. En 2006 el búlgaro Veselin Topalov amenzó con retirarse del torneo dado que la organización no controlaba los excesivos ingresos de su rival (Kramnik) al toilette; doce veces en una hora. Cuando la delegación búlgara llegó al aeropuerto de Kalmykia, hubo un corte de luz y no despegó ningún avión de ese lugar. Topalov regresó y más tarde Kramnik fue sancionado con la pérdida de un punto, etc., etc., etc. Sobran los ejemplos.

Leo, como se lo conoce a Leandro Plotinsky, nació el 7 de marzo de 1978, y su acercamiento al ajedrez se produjo en sus años de infancia.

“Tenía 11 años cuando jugaba los infantiles en Torre Blanca pero ese era el límite de edad de la categoría. Como algunos amigos eran menores que yo, y para conservar la amistad seguí yendo al club, porque era un lugar de encuentros. Entonces ya que no podía jugar porque tenía 13 años opté por ayudar en los arbitrajes: el armado de las mesas, las piezas, etc. Poco a poco fui teniendo más funciones. Si el árbitro se demoraba en llegar yo anunciaba la largada”, cuenta Plotinsky mientras el corazón “torreblanquino” le late más con el recuerdo. Y agregó: “A fin de 1991, ya manejaba el arbitraje de los torneos infantiles y el tradicional Ping-Pong de los domingos. Todo esto sucedía en el viejo edificio del Club, en la calle Díaz Vélez al 3800, con la presidencia de Juan Ángel Más”.

Más adelante nos contará que a los 15 años se recibió de árbitro Regional, a los 17 de árbitro Nacional y a los 19, en 1997, la categoría más alta: Internacional.

Tuviste una carrera electrizante. ¿Había muchos árbitros entonces?

-Tal vez la cantidad de árbitros activos de entonces sea igual a la de ahora; sí había muchos. Me acuerdo de Scalise, Roldán, Blas, Siludakis, Merking y otros más.

- ¿Y cómo lograste destacarte?

- Bueno no sé si destacarme, sí sé que estar en Torre y trabajar con Adrián Roldán fue muy importante en mi carrera; con él yo llegué a estar en los Magistrales Najdorf, con sólo 15 años. Fui árbitro adjunto en el Teatro San Martín, en el Banco Ciudad y todo ello me dio una experiencia única. Es que Roldán por sobre todas las cosas era un gran organizador. Y, ahora, con la experiencia de los años, uno aprende que justamente eso, el árbitro de ajedrez debe ser un gran organizador, que todo este correcto, que los jugadores estén cómodos, de eliminar la tensión.

- Y además de Roldán tenes otros árbitros como referentes o que admires?

- Sí, el holandés Geurt Gijssen. En verdad lo admiro desde siempre, hasta lo he seguido por videos. Me sorprendió y me agradó verlo en un torneo de ajedrez leyendo un libro de otra actividad. Ese tipo transmite tranquilidad. También copié de él el estilo de escribir crónicas de los torneos. Él lo hace a través de la página chesscafe.com, y yo, desde mi sitio: Ventajedrez. No hay dudas que Gijssen revolucionó la forma de arbitrar.

-¿Y qué clase de árbitro sos, disfrutas de tú profesión?

-Trato siempre de mejorar, aprender de los errores. No conducirme con tanta verborragia como lo hacía de joven. Obvio que me gusta lo que hago y comparado con otros deportes nuestra tarea pasa inadvertida; no tenemos que escondernos si salimos a la calle.

¿Pero un error puede costarte una amistad?

No, no creo que se pierda una amistad. Si me he puesto mal con la discusión de un fallo, pero cuando era más chico tenía a Roldán que me avalaba lo que decidía. Ahora de grande me fui ganando el respeto justamente por no hacer diferencias con los que son mis amigos.

¿Algún error que te pasó y nunca te olvidaste?

Hay varios, tené en cuenta que en el fútbol un árbitro sanciona mal un penal pero tiene un montón de tiempo para mostrarse o contrarrestar su falla. Acá es incómodo porque tú participación tiene incidencia directa en el resultado. Marcar la jugada imposible, el reclamo de tablas, la tolerancia cero. Pero de los momentos desagradables tal vez lo que me pasó en San Luis, en 1994 en una partida entre dos MI donde me equivoqué por no intervenir de oficio, donde el temor me paralizó y efectué un mal fallo, no lo olvidaré. Es que uno carga con eso porque cuando termina el torneo te hace tú balance de la gestión y te preguntas si actuaste de manera correcta.

Y cosas buenas que te pasaron. ¿Cuáles recordás?.

Desde lo sentimental, tal vez lo más fuerte fue estar arbitrando a Kasparov o a Carlsen en Brasil; se trata de una experiencia inolvidable. Después desde lo profesional fue muy bueno haber sido el árbitro principal en el Campeonato Continental 2012, en Mar del Plata. Sin embargo, un sudamericano y un Panamericano disputados en Perú también están entre los grandes y famosos recuerdos. En el valle sagrado de Yucay fue una experiencia inolvidable que viví junto a los 40 jugadores que tomaron parte de ese torneo en 2002. Y en 2007, en la región de Callao en plena competencia se produjo el terremoto y tuvimos que marcharnos antes del final.

¿Si pudieras elegir, a quién evitas de arbitrar a los mayores, a las mujeres o a los chicos?

Sin dudas a los chicos, pero no por ellos, sino por sus padres. En todos los deportes pasa lo mismo. Por eso se dispuso que los padres no entren a la sala de los torneos. Uno tiene que trabajar observando conductas que duelen. La de ver a un chico llorando porque busca una excusa externa que le causó la pérdida para que el papá, que le dice y le recuerda todos los sacrificios que hace por él, no lo rete. O puede ser que directamente el padre te increpe y te culpe que el hijo perdió por tú culpa. O porque no controlaste que mientras el chico pasó al baño su papá le dictaba alguna jugada. En verdad es muy difícil.

Me imagino que todavía te quedan sueños con el arbitraje de ajedrez.

Sí por supuesto; tal vez estar en un campeonato mundial o en una olimpíada porque cuando tuve la oportunidad no pude aceptarla ya que eran muchos días y no podía descuidar mis otras actividades.

¿Tus otras actividades también giran en torno del ajedrez?

-Desde hace muchos años que me dedico a la venta de libros y de materiales ajedrecístico; a la fabricación y edición. Tengo mi sitio “Ventajedrez” . Editamos, traemos libros y también lo que es material, lo que no existe lo fabricamos acá como los murales, los tableros de cuerina, los juegos magnéticos que ya no entran de china, etc. Todo eso ahora se hace acá. ¿Si me afectó el problema de la importación?, más o menos. Algunas editoriales no entran al país pero otras como la Casa del Ajedrez le imprimimos los libros en Argentina y es algo conveniente para las dos editoriales.

La llegada de Tomas Plotinsky, de 10 años, a la sala de juego del Festival Aloas pone fin a la charla; padre e hijo se entienden con la mirada. Cada cual atenderá su juego. Leandro controlará las partidas del Magistral y el ITT, mientras Tomás ayudará en la carga de partidas en la base, y luego adelantará parte de la tarea de la escuela.

Leandro Plotinsky, un personaje querido y respetado en el mundo del arbitraje del ajedrez; acostumbrado a imponer justicia sin necesidad de silbatos, martillos o tarjetas. A él, le sobra oficio.

Fuente: La Nación
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