Ha hecho que España irrumpa en la élite del ajedrez. Miembro del equipo nacional, ganó la plata en la última Olimpiada. Campeona mundial con 10 años, era una heroína en Georgia, su país de origen. Tiene 31 años.
XLSemanal. ¿Qué aporta el ajedrez a la vida diaria?
Ana Matnazde. Aprendes a planificar, a medir las consecuencias de tus actos. Pero eso pasa cuando estás empezando. Después ya no piensas. El cálculo se vuelve automático, fluye. Y también fluye en tu vida. Yo no llevo agenda, no me hace falta anotar nada porque no se me olvida nada.
XL. ¿La humanidad ya ha perdido la batalla con los superordenadores?
A.M. Es un tema que no me interesa. No me gusta jugar contra el ordenador. A mí me motivan las personas. Magnus Carlsen, el campeón del mundo, tampoco usa mucho las máquinas. La diferencia entre él y los demás es que él crea algo nuevo. Improvisa. Es como un músico de jazz.
XL. ¿Y usted improvisa?
A.M. ¡Lo intento! Necesito divertirme. Prefiero sufrir en una partida. Me critican porque arriesgo mucho, no busco las tablas. Pero es que yo prefiero explorar, meterme en líos, pasarlo bien y divertir a los que me siguen. Y, bueno, a veces pierdes. No es una tragedia. Se aprende perdiendo. Improvisando somos mejores que las máquinas.
XL. Es licenciada en Periodismo y Germánicas. ¿Cómo se estudian dos carreras con su ritmo de vida?
A.M. Sabiendo dónde está el límite. Y, además, en Georgia el Gobierno apoya mucho a los deportistas destacados. El ajedrez es el deporte nacional, como el fútbol aquí. Yo podía elegir dónde y cuándo examinarme.
XL. ¿Tiene algún ritual antes de jugar?
A.M. Me pongo música nada más despertarme. Me levanto bailando. Y entreno mucho mejor con ruido. La gente se pone velas, música clásica... Yo pongo dos televisores con el volumen alto y música en el ordenador.
XL. ¿No es usted una chica un poco rarita?
A.M. La gente piensa que un poco sí, pero a mí lo raro me resulta interesante. La gente tiene clichés sobre lo que es normal. Por ejemplo, lo normal es comer tres veces al día. Pero yo solo como cuando tengo hambre. Paso días enteros comiendo manzanas. Y tan feliz. Y tan sana.
XL. La han criticado por su dieta. ¿Le preocupa?
A.M. No. Yo soy fuerte. A mí lo que me preocupa es que se inventen historias sobre mí y que pueda perjudicar a otros.
XL. ¿A quién?
A.M. A las niñas que empiezan. No quiero que me copien. Lo que hago me vale solo a mí. Leen cualquier chorrada, como que hay que comer manzanas para ser campeona, y me preocupa que me puedan imitar.
XL. ¿Pero usted solo come manzanas?
A.M. No, no, no... Yo como de todo. Cuando me da hambre, como cualquier cosa que me apetezca. También tomo vitaminas. Y nunca he estado enferma. Pero hay gente que dice que si soy anoréxica... Llevo 25 años en esto. Si fuera cierto, estaría muerta.
XL. ¿Cómo empezó?
A.M. Me enseñó mi madre. A ella le gusta el ajedrez mucho más que a mí. Y mi padre... ¡no sabía ni mover las piezas!
XL. ¿Entendieron ellos que se nacionalizara española?
A.M. Sí. Tenemos una relación inmejorable. Pero me echan de menos. Soy hija única y voy poco a Georgia.
XL. ¿Y las autoridades de su país? ¿La veían como una traidora?
A.M. Me veían como una rebelde. Pero me enamoré de España, ¡qué le voy a hacer! Puedo estar en cualquier parte del mundo y siento añoranza de España. Yo aquí me sentí en casa nada más llegar la primera vez, con 13 años. Me bajé del avión en Menorca, respiré el aire, vi la luz... Y me dije: es aquí. Este es mi país.
Pregunta a bocajarro
¿Por qué los hombres son mejores jugando al ajedrez, un deporte intelectual?
Es una cuestión histórica. Los hombres ya se juntaban a jugar en las tabernas. Y era impensable que una mujer lo hiciese. Pero esa brecha se irá estrechando cuando jueguen más mujeres. Pasará lo mismo que en las universidades.
XLSemanal. ¿Qué aporta el ajedrez a la vida diaria?
Ana Matnazde. Aprendes a planificar, a medir las consecuencias de tus actos. Pero eso pasa cuando estás empezando. Después ya no piensas. El cálculo se vuelve automático, fluye. Y también fluye en tu vida. Yo no llevo agenda, no me hace falta anotar nada porque no se me olvida nada.
XL. ¿La humanidad ya ha perdido la batalla con los superordenadores?
A.M. Es un tema que no me interesa. No me gusta jugar contra el ordenador. A mí me motivan las personas. Magnus Carlsen, el campeón del mundo, tampoco usa mucho las máquinas. La diferencia entre él y los demás es que él crea algo nuevo. Improvisa. Es como un músico de jazz.
XL. ¿Y usted improvisa?
A.M. ¡Lo intento! Necesito divertirme. Prefiero sufrir en una partida. Me critican porque arriesgo mucho, no busco las tablas. Pero es que yo prefiero explorar, meterme en líos, pasarlo bien y divertir a los que me siguen. Y, bueno, a veces pierdes. No es una tragedia. Se aprende perdiendo. Improvisando somos mejores que las máquinas.
XL. Es licenciada en Periodismo y Germánicas. ¿Cómo se estudian dos carreras con su ritmo de vida?
A.M. Sabiendo dónde está el límite. Y, además, en Georgia el Gobierno apoya mucho a los deportistas destacados. El ajedrez es el deporte nacional, como el fútbol aquí. Yo podía elegir dónde y cuándo examinarme.
XL. ¿Tiene algún ritual antes de jugar?
A.M. Me pongo música nada más despertarme. Me levanto bailando. Y entreno mucho mejor con ruido. La gente se pone velas, música clásica... Yo pongo dos televisores con el volumen alto y música en el ordenador.
XL. ¿No es usted una chica un poco rarita?
A.M. La gente piensa que un poco sí, pero a mí lo raro me resulta interesante. La gente tiene clichés sobre lo que es normal. Por ejemplo, lo normal es comer tres veces al día. Pero yo solo como cuando tengo hambre. Paso días enteros comiendo manzanas. Y tan feliz. Y tan sana.
XL. La han criticado por su dieta. ¿Le preocupa?
A.M. No. Yo soy fuerte. A mí lo que me preocupa es que se inventen historias sobre mí y que pueda perjudicar a otros.
XL. ¿A quién?
A.M. A las niñas que empiezan. No quiero que me copien. Lo que hago me vale solo a mí. Leen cualquier chorrada, como que hay que comer manzanas para ser campeona, y me preocupa que me puedan imitar.
XL. ¿Pero usted solo come manzanas?
A.M. No, no, no... Yo como de todo. Cuando me da hambre, como cualquier cosa que me apetezca. También tomo vitaminas. Y nunca he estado enferma. Pero hay gente que dice que si soy anoréxica... Llevo 25 años en esto. Si fuera cierto, estaría muerta.
XL. ¿Cómo empezó?
A.M. Me enseñó mi madre. A ella le gusta el ajedrez mucho más que a mí. Y mi padre... ¡no sabía ni mover las piezas!
XL. ¿Entendieron ellos que se nacionalizara española?
A.M. Sí. Tenemos una relación inmejorable. Pero me echan de menos. Soy hija única y voy poco a Georgia.
XL. ¿Y las autoridades de su país? ¿La veían como una traidora?
A.M. Me veían como una rebelde. Pero me enamoré de España, ¡qué le voy a hacer! Puedo estar en cualquier parte del mundo y siento añoranza de España. Yo aquí me sentí en casa nada más llegar la primera vez, con 13 años. Me bajé del avión en Menorca, respiré el aire, vi la luz... Y me dije: es aquí. Este es mi país.
Pregunta a bocajarro
¿Por qué los hombres son mejores jugando al ajedrez, un deporte intelectual?
Es una cuestión histórica. Los hombres ya se juntaban a jugar en las tabernas. Y era impensable que una mujer lo hiciese. Pero esa brecha se irá estrechando cuando jueguen más mujeres. Pasará lo mismo que en las universidades.
Fuente: XLSemanal