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No luchar debe ser ilegal... Las partidas deben jugarse

Pasion-Ajedrez

LEONTXO GARCÍA.- Llevo 31 años como fustigador profesional de quienes firman tablas sin lucha; sobre todo en los torneos de Ă©lite, pero creo que el espĂ­ritu de la prohibiciĂłn debe extenderse a todo el ajedrez de competiciĂłn: las partidas deben jugarse, sĂ­ o sĂ­, como en todos los demĂĄs deportes. Lo ocurrido ayer en el Campeonato de España de Segunda DivisiĂłn – que detallo en la crĂłnica oficial de esta mañana- me incita a dar mi opiniĂłn personal (no como jefe de prensa), dejando claro que es sĂłlo mĂ­a, y no representa ni a la FEDA ni a los organizadores de Linares.

Caso GarcĂ­a-FernĂĄndez.- Los jugadores deberĂ­an leer siempre las normas de los torneos que juegan, asĂ­ como el reglamento general de la FEDA y de la FIDE. Daniel GarcĂ­a y JosĂ© Miguel FernĂĄndez no lo hicieron, y parece que sus respectivos capitanes tampoco; de lo contrario, hubieran llamado al ĂĄrbitro antes de hacer tablas por repeticiĂłn en la 18. Es cierto que ambos respetaron el espĂ­ritu de la ley en este caso, porque llevaban tres horas luchando y porque eludir la repeticiĂłn significaba una posiciĂłn desventajosa para las blancas. TambiĂ©n es cierto que el ĂĄrbitro podrĂ­a haber tenido la mano izquierda –como hicieron varios durante la Olimpiada de Tromso en casos similares- de llevarse a ambos jugadores a un rincĂłn, pedirles la escritura en la planilla de la repeticiĂłn entera y resolver el asunto con una amonestaciĂłn. Pero un ĂĄrbitro no tiene por quĂ© hacer eso, y serĂ­a injusto criticarle por no hacerlo y aplicar las reglas a rajatabla. En este caso, dos jugadores combativos han sido castigados con sendos ceros, lo que resulta lamentable, pero tambiĂ©n lo es que jueguen sin leerse las normas del torneo.

Caso Villalta-Arias.- El årbitro aceptó el empate en la 23 porque era el resultado mås probable dada la posición, pero no eran tablas forzadas en absoluto. No entiendo esa decisión, ni tampoco por qué los jugadores no hicieron siete movimientos mås antes de acordar el empate, evitando así el lío que nos ocupa.

Ahora bien, entre los requisitos para ser årbitro no se incluye el de ser un jugador muy fuerte (de 2.500 Elo, por ejemplo). Por tanto, la prohibición de acordar tablas antes de la 30 sin permiso del årbitro sólo tiene perfecto sentido si la organización contrata a un gran maestro que asesore al årbitro en casos difíciles. Por ejemplo, José Luis Fernåndez ejerce esa labor en la Final de Maestros de Bilbao.

Si eso no es posible por causas econĂłmicas o las que fueran, el sentido comĂșn indica que el ĂĄrbitro deberĂ­a ser muy restrictivo en la autorizaciĂłn de los empates cortos, limitĂĄndolos a las claras repeticiones triples.

Pero eso nos lleva a las situaciones inaceptables que pueden darse: los jugadores repiten posiciones, pero cualquier gran maestro podrĂ­a certificar que esa repeticiĂłn no es obligatoria en absoluto, y que al menos uno de ellos dispone de jugadas razonables para continuar la partida sin riesgos innecesarios. Si el espĂ­ritu de la norma es que las partidas deben jugarse hasta que su resultado sea evidente, ese tipo de situaciĂłn no es aceptable.

El futuro.- Ya oigo el pensamiento clamoroso de los lectores: por muchas normas y prohibiciones que se establezcan, si dos jugadores quieren hacer tablas las harĂĄn, de una manera u otra.

Cierto, pero hagamos lo necesario para que esa conducta sea ilegal, incĂłmoda y arriesgada. En primer lugar, todo ajedrecista, desde que se inicia en la competiciĂłn a la edad que sea, debe saber que en ajedrez, como en cualquier otro deporte, amañar el resultado de una partida es ilegal. A continuaciĂłn, las federaciones deberĂ­an crear comitĂ©s de grandes maestros capacitados para desautorizar un empate en menos de 30 jugadas por repeticiĂłn si dictaminan que Ă©sta no era en absoluto necesaria, aunque hayan transcurrido varios dĂ­as desde que se produjeron los hechos; o incluso para determinar falta de combatividad de ambos jugadores –aunque el empate se haya firmado despuĂ©s de la 30- cuando sea algo descarado e indudable.

Es decir, que dos jugadores podrían amañar un empate, sí, pero tendrían que ejecutarlo haciendo el idiota con mucho cuidado durante horas para reducir a cero el riesgo de ser sancionados posteriormente. Si son grandes maestros de élite no tendrían problema para componer un empate råpido sin que parezca que estå amañado; de acuerdo, pero si eso ocurre varias veces, es probable que los organizadores de torneos dejen de invitarlos.También es posible que dos equipos pacten dos derrotas y dos victorias, en lugar de cuatro tablas, pero es probable que quienes deban perder no se pongan muy contentos por ello, lo que dificultaría el chanchullo; y, en todo caso, sobre la conciencia de todos los implicados caería el peso de estar haciendo algo ilegal.

En resumen, es casi seguro que con este tipo de normas bien aplicadas el nĂșmero de tablas sin lucha se reducirĂ­a muchĂ­simo, como de hecho ya ha ocurrido desde que se implantĂł la Regla SofĂ­a u otras similares, como la que nos ocupa. El deporte, la competiciĂłn, son sinĂłnimos de lucha; despuĂ©s de quince siglos de historia documentada, ya es hora de que todos los ajedrecistas entiendan eso de una vez.

Fuente: AjedrezND
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