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NORUEGA.- Carlsen - Kariakin, ajedrez patriótico


Estos días ha tenido lugar en Bilbao el noveno Masters de ajedrez, que ha reunido a los mejores jugadores del planeta. Entre ellos al campeón del mundo, el noruego Magnus Carlsen, y el ruso Sergei Kariakin, el aspirante oficial que le disputará el cetro en noviembre.

Lo que iba ser exclusivamente el duelo en la cumbre de dos jóvenes prodigios (ya Grandes Maestros desde que tenían, respectivamente, 13 y 12 años) ha tomado repentinamente un sesgo político. Con la que está cayendo sobre el deporte ruso, el presidente Putin, apelando a la confabulación multinacional liderada por EEUU, ha pedido a Kariakin, ucraniano nacionalizado (¡ah, Crimea!), que derrote "por patriotismo" a Carlsen. El hecho recuerda a las palabras de Henry Kissinger a Bobby Fischer antes del enfrentamiento de éste, en 1972, con Boris Spassky. "Estados Unidos quiere que vayas allí y derrotes a los rusos". 

"Allí" era Reikiavik, un terreno neutral, aunque Islandia se alineaba con Occidente y permitía en Keflavik la existencia de una gran base aérea USA. Ahora el título se dirimirá en el centro financiero y cultural de Estados Unidos, en Nueva York. Y si bien Carlsen es noruego y no estadounidense, su país forma parte activa de la OTAN, la organización político-militar que, muerta pero no enterrada la Guerra Fría, se mantiene alerta ante una Rusia añorante de la Unión Soviética y siempre recelosa de su antiguo enemigo.

La Guerra Fría, sí, con nuevos rasgos en su viejo rostro. Y viceversa. El deporte constituyó en la eterna dupla URSS-Rusia un elemento propagandístico y un arma de admiración masiva. "El ejército desarmado de Rusia". En ningún otro deporte como en el ajedrez han mostrado históricamente tanta superioridad los "rojos". Empero, ese casi monopolio que respondía a la existencia del ajedrez como asignatura escolar fue siendo discutido. Y, desde el año 2000, únicamente Vladímir Krámnik, en su breve reinado de 2006 a 2007, mantuvo el prestigio de Rusia como superpotencia en la materia.

El juego del ajedrez, en su carácter cerebral y táctico, en permanente equilibrio entre la audacia y la cautela, remite a una completa simbología política y militar. No es casual que la frase "el tablero internacional" contenga toda una carga estratégica. En el tablero de Putin renace el concepto de bloques en un mundo bipolar de fichas blancas y negras.

FUENTE: El Mundo
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